¿Practicas Phubbing?

01 Nov ¿Practicas Phubbing?

Seguramente practiques el phubbing y no lo sepas. Te daré una pista. Si has estado en una reunión de amigos, o en una cena con tu pareja y has sacado el móvil para echarle un rápido vistazo mientras los otros seguían hablándote, eso es phubbing.

La mala educación que esta de moda

La palabra viene de la combinación phone y snubbing que es el acto de ignorar o hacer un desprecio. Phobbing traducido al castellano se entiende por ningufoneo.

Algunos de nosotros nos reunimos con los amigos y lo primero que hacemos es sacarnos el móvil del bolsillo para dejarlo a la vista. No nos damos cuenta pero lo que estamos declarando al mundo es que ese dispositivo es mas importante que todo lo demás. Que tiene prioridad.

Muchos de nosotros incluso colocamos el móvil boca abajo como diciendo “Eh, aunque este pequeño dispositivo este antes que tú, mira cómo te sigo teniendo en cuenta, ves lo educado y cortes que soy”

¿Por qué hacemos esto? A veces lo hacemos porque momentáneamente no nos interesa lo que esta ocurriendo a nuestro alrededor. Pero en la mayoría de las ocasiones practicamos phubbing porque tenemos miedo a estar con nosotros mismos.

Y esto es realmente preocupante porque somos incapaces de pasar el rato a solas, con nuestros pensamientos o nuestras ideas. Y para solventar esta terrible agonía, esa insoportable ansiedad ¿qué hacemos?  ¡Nos conectamos!

Es por eso que comprobamos Facebook en la cola del banco, esperando el semáforo, en el baño o incluso mientras practicamos sexo o justo después. Sí, sí; aunque te parezca alucinante, entre el 10 y el 30% de las parejas revisan su móvil mientras practican sexo o inmediatamente después.

¿Recuerdas la última vez que fuiste al baño sin tu teléfono? Antes conocíamos perfectamente cada uno de los ingredientes, el modo de uso y conservación de nuestros geles de baño y champús. Ahora somos unos analfabetos en cuanto al mundo de la higiene se refiere. ¿Es este el futuro que queremos? No lo creo.

Lo que te estas perdiendo

Algunos incluso se enfadan cuando les recriminamos que no nos están prestando la suficiente atención y nos dicen: “Tranquilo, puedo estar a dos cosas a la vez, no como tú”.

Pero lo cierto es que las últimas investigaciones nos dicen que NO es posible. Que el cerebro multitarea es una invención y que nuestra atención no puede estar enfocada en varios cosas a la vez, sino que va oscilando de forma muy rápida entre ellas. De manera que los datos indican que hay una pérdida del 30% de efectividad en la tarea que se esta realizando.

Por eso, cuando le hablas a tu novia mientras esta jugando al Candy Crush estará perdiéndose un 30% de lo que le dices. A lo mejor sales ganando, quien sabe. El caso es que podrá parecer que te escucha pero su atención está haciendo aguas. Por eso, si estás viendo tu serie favorita y a la vez hablando por WhatsApp o revisando tu Facebook habrás perdido el hilo.

Este modo de interactuar a medio gas, de relacionarnos pero sin llegar a estar presentes de verdad se ha convertido en la tónica habitual entre todos nosotros. Algo que se hace mucho más patente entre las nuevas generaciones. Pero ojo porque ni nuestros padres se salvan tal y como muestra video.

Lo cierto es que como dice el maestro budista vietnamita y activista por la paz, Thich Nhat Hanh: “El don más precioso que podemos ofrecer a cualquier persona es nuestra atención.” Debemos pensar en la atención como en un préstamo. Tú me estas prestando el recurso más importante que posees para aprender. Pero no me las estas regalando, me las estas prestando.

Por eso debo valorarlo. Para que cuando yo te la devuelva tu atención se haya enriquecido. Si yo no enriquezco tu atención y te la devuelvo, es muy probable y por otro lado muy lógico que la próxima vez, yo te preste menos atención. Y así iré rebajando la atención que te presto hasta el punto en el que ya no te la preste. Es decir, al final acabaré ignorándote.

Lo preocupante es que no practicamos phubbing solo con amigos o compañeros de trabajo. Lo hacemos en familia y desatendemos a los nuestros. Nos convertimos en desconocidos bajo un mismo techo; en compañeros de piso. Y lo triste es que estamos asumiendo el falso consenso de que esta forma de actuar es aceptable e incluso normal.

¿Qué estamos haciendo como padres?

¿Y qué ocurre con los más desprotegidos? ¿Con nuestros niños? ¿Les estamos prestando la atención que se merecen?

Aunque aparentemente los niños parecen aceptar esa falta de compromiso por nuestra parte  y permanecen pasivos, en realidad algo se marchita en su interior y experimentan un sentimiento de abandono emocional que sin lugar a dudas tendrá consecuencias futuras.

Si te paras a pensarlo tiene sentido ¿Cuál es el mensaje que reciben los más pequeños de la casa si nuestra atención está en el teléfono y no en ellos? Que no son importantes. Que no cuentan.

Que no te extrañe entonces que llegado el momento en el que les exijamos atención, ellos no respondan. Habrán aprendido a ignorarte y ¿sabes de quién?.

Ya lo dijo Albert Einstein: “Dar ejemplo no es la principal manera de influir en los demás, es la única manera”.

¿Y qué podemos hacer al respecto? Es imposible deshacerse del móvil. Pero podemos reducir su uso sobre todo en aquellas situaciones en las que compartamos nuestro tiempo con nuestros seres queridos. Recuerda que ellos no siempre estarán ahí contigo así que más te vale aprovechar el tiempo que te queda.

Muchas familias por ejemplo, han adquirido la norma de que durante la cena dejan sus móviles en otra habitación. ¿Qué hacen entonces? Pues hablan… de cosas importantes y de cosas no tan importantes, incluso hablan sobre tonterías, ríen, ven la televisión juntos, debaten sobre el ultimo expulsado de ……

Lo que sea, pero al fin y al cabo se conocen, se ven los unos a los otros. Es lo que pasa cuando levantas la cabeza de tu móvil.

En muchas reuniones se practica lo que se conoce como “la pila de móviles” que consiste en que los asistentes a una comida dejan todos sus móviles fuera de su alcance. De manera que el primero que se levante para agarrar el suyo deberá pagar la cuenta del restaurante o si están en la casa de alguno de ellos deberá recoger la mesa y fregar los platos.

Sé que puede resultar realmente difícil desintoxicarse de algo que en la última década se ha convertido en un mal hábito. Pero si no queremos perdernos nuestra vida, si lo que queremos es vivirla, protagonizarla y no verla a través de la pantalla de un dispositivo, entonces, vamos a tener que levantar la cabeza y ver que hay más allá.

Estos son solo algunos trucos para empezar a dejar espacio en nuestra vida para aquello que importa. ¿Qué te parece si pruebas alguno de ellos con tus conocidos?

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