12 Jul 5 mitos sobre los niños con altas capacidades
Quería dedicar este artículo a repasar algunos de los errores más comunes que la sociedad en general comete al hablar de la superdotación o las Altas Capacidades. Son mitos, en su mayoría, producto de la ignorancia y los prejuicios. Por eso, me gustaría arrojar un poco de luz sobre este asunto, a fin de aclarar unos cuantos detalles:
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Mito 1: Los niños con altas capacidades sacan muy buenas notas.
Algunos niños, es cierto que tienen buenos resultados académicos pero otros tantos no. De hecho, el 70% de los alumnos con altas capacidades presenta bajo rendimiento escolar y alrededor de un 30% hasta fracaso escolar. Las causas de este mal encaje al ámbito educativo se debe principalmente a la organización misma del sistema escolar.
Actualmente, nuestro sistema educativo es totalmente contrario a las necesidades de desarrollo intelectual que posee un niño con altas capacidades. La rígida metodología del aula se centra en la repetición y la memorización mecánica de conceptos aburridos y poco prácticos.
Y además, se pretende que todos los alumnos aprendan lo mismo, sin tener en cuenta sus intereses y dando muy poca importancia a planteamientos más creativos.
Todo esto conlleva que el niño en el aula este desmotivado, se frustre y se aburra, dando lugar en muchos casos a fracaso escolar.
Por eso, muchos niños con altas capacidades no quieren ir al colegio, porque están desganados y cuando se ven obligados a asistir a clase presentan problemas de conducta, ansiedad y depresión.
Mito 2: Los niños superdotados no necesitan ayuda ni apoyo en clase.
Contrariamente a las creencias populares, los niños con altas capacidades si que requieren de una atención particular para poder desarrollar sus potencialidades, que no limite su aprendizaje y que favorezca un equilibrio emocional sano.
Cuantas veces no habremos oído “Si es tan listo, no necesita nada especial”. Y sí, sí que lo necesita. De hecho, los alumnos con altas capacidades no solo necesitan estímulos de tipo intelectual ajustados a su amplia curiosidad e inquietud, sino también de tipo emocional y social.
Mito 3: Son distantes y pueden tener problemas para relacionarse
No existen estudios que muestren esta tendencia. Es más, los datos provenientes de diversas asociaciones ponen de manifiesto que incluso existe un mayor porcentaje de niños con altas capacidades extrovertidos y sin problemas de habilidades sociales que de introvertidos y con problemas sociales.
Lo que ocurre es que cuando se aúnan altas capacidades y una personalidad introvertida con escasas habilidades sociales, los problemas derivados suelen ser más llamativos y preocupantes.
Tampoco es que sean poco sociables, es solo que les interesa relacionarse más con niños de mayor edad o adultos con los que comparten más intereses, motivaciones y preocupaciones vitales que con sus compañeros.
O incluso prefieren la soledad, donde pueden dedicarse en cuerpo y alma a lo que les apasiona. Suelen perder la noción del tiempo cuando se encuentran enfrascados en cualquiera de las actividades que tanto les interesa. Pero eso no quiere decir que tengan ningún problema para socializar con sus pares. Eso solo que aquellos niños con altas capacidades suelen poseen mayor autonomia para gestionar sus tiempos.
Mito 4: Poseen un alto Coeficiente Intelectual (CI)
El coeficiente intelectual de un niño o adolescente no basta para saber si posee altas capacidades. Aún así, el CI es importante porque al igual que la fiebre, cuando estamos enfermos, un alto coeficiente de inteligencia nos está avisando de que algo ocurre, aunque no sepamos concretamente el qué.
Se habla de altas capacidades cuando se obtiene un coeficiente intelectual de 130 o superior, pero en realidad esta cifra no quiere decir nada. Porque podemos encontrarnos, por ejemplo, con niños con altas capacidades pero que puntúen más bajo, debido a que muestran cierta ansiedad, o inhibición durante la prueba correspondiente.
Además, también se ha demostrado que el coeficiente intelectual está muy influenciado tanto por el aprendizaje académico como por los recursos culturales del niño.
Y también puede pasar al revés, es decir, es posible tener un coeficiente intelectual elevado de 150 por ejemplo, pero que sea consecuencia más de un trastorno del neurodesarrollo como es el Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Por todo ello, hoy día, el diagnóstico de altas capacidades va más allá de la simple medición del coeficiente intelectual. Existen otras áreas que deben ser inspeccionadas como la creatividad o el pensamiento divergente que pueden ser también muy buenas indicadoras de un alto desempeño.
Todos los estudios demuestran que existen niños de alta capacidad de todas las clases sociales. Lo que ocurre es que los casos de los cuales tenemos constancia porque pertenecen a asociaciones o han sido diagnosticados en centros educativos o consultas privadas, provienen de ambientes ricos en estimulación y padres con un nivel cultural elevado.
Sea como sea, son muchos los mitos en torno a las altas capacidades. Es mucho el desconocimiento y por tanto es un nicho idóneo para las medias verdades o la desinformación.
Solo espero haber derribado algunos preconceptos en torno a este asunto que tanto daño hacen a este colectivo que de por si, ya se ve bastante vilipendiado en nuestra sociedad.
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