12 Jul Errores de padres con niños con Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (tdah)
Ser padres de un niño con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad es una carrera de fondo que requiere mucha paciencia y cierto grado de maestría. Muchos de nosotros hacemos lo que podemos. Pero aun así, es inevitable terminar pensando: “¿Estoy haciéndolo suficientemente bien?”
Por eso, quiero que prestes mucha atención a los siguientes errores que suelen cometer aquellos padres que enfrentan la titánica tarea de convivir con un niño con TDAH:
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Despacito y con buena letra
Seguro que esta conversación te suena de algo: “Pedro, recuerda que cuando llegues a casa tienes que cambiarte las zapatillas, las tienes empapadas. Si te hubieras llevado un paraguas al colegio… No las dejes en la entrada, déjalas en el patio, pero antes, ponte las zapatillas de casa que están en la habitación de tu hermana. Y ya que vas a subir, acuérdate también de subirte los juguetes que dejaste tirados en el salón ayer a la noche. Y ni se te ocurra dejarlos tirados en tu habitación; los guardas en su sitio, que luego me toca a mí recogerlos y sabes que hoy no tengo tiempo porque llego a casa para cenar. No quiero que tu padre se encuentre con todo por medio cuando regrese del trabajo. Un beso, hijo… y pórtate bien. No pelees con tu hermana”.
Y después nos enfadamos con ellos porque no nos han hecho caso. Y no solo eso, sino que los chantajeamos emocionalmente y los amenazamos con retirarles nuestro afecto: “Si vuelves a no hacerme caso, esta vez seré yo quien no te haga caso durante todo el día”
Cuando tu hijo recibe tal cantidad de información de un solo plumazo, lo que está haciendo es minimizando ventanas al igual que hacemos en el ordenador.
De modo, que aquellas que no están visibles no pueden ser atendidas. Tendemos a creer que los chavales tienen una capacidad atencional y memorística igual que nosotros y no es así. Y esta situación se ve agravada en los niños con TDAH.
Lo que tenemos que hacer es bien sencillo: dar solo una instrucción y no impartir la siguiente hasta que se haya terminado la anterior.
Castigo y recompensa
En el caso de niños con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, debemos emplear con mayor frecuencia el refuerzo positivo. La recompensa puede ser material (una piruleta, una muñeca, una bicicleta) pero los premios que mejor funcionan son los afectivos y sociales como un beso, un aplauso o un abrazo. Los refuerzos de actividad también funcionan muy bien como por ejemplo una mañana en los karts, una acampada de fin de semana o ir a cenar fuera y después un cine.
Pero cuidado con el refuerzo positivo. En algunas ocasiones, esconde algo perverso que hacemos sin darnos cuenta. Te pongo un ejemplo para que lo entiendas.
Imagina que tu hijo llega a casa con un aprobado en Matemáticas después de haber suspendido la asignatura durante todo el trimestre. Él esta hasta arriba de endorfinas, va a mil por hora. Se pone a hacer la tarea él solo, se mete a la ducha sin tener que repetírselo 100 veces, te ayuda a poner la mesa, etc. Y vas tú y le dices: “¡Ves como cuando quieres puedes!” “Si a ti te diera la gana”…
Y claro, eso es un ¡ZASCA! en toda la boca. Así no. Así estamos haciéndole un flaco favor a nuestro hijo. No lo estamos entendiendo. Y él puede sentirse incomprendido. Tenemos que empezar a escuchar más. Nuestros hijos deberían tener voz y voto, en la medida de sus posibilidades, claro.
Puede que no nos demos cuenta pero a veces los tratamos como a ciudadanos de segunda. Se nos olvida que entre ellos están los profesores, médicos, políticos y abogados del futuro. Escuchemosles y seguro que aprendemos algo.
En cuanto a las conductas negativas de nuestro hijo, siempre que podamos, debemos ignorarlas. En ocasiones, los niños tratan de llamar nuestra atención de manera negativa. Prefieren ser regañados y castigados que ser ignorados.
Aunque a veces debes actuar de inmediato, sobre todo, cuando existe un riesgo para tu hijo o para otras personas. Si tu hijo acaba de pegarle un puntapié al gato del vecino mandándolo al otro lado de la calle, no es momento de que lo ignores. Este tipo de comportamientos deben de ser atajados en el momento de una manera firme y sin titubeos.
Actividades extraescolares
Es importante que practiquen alguna actividad extraescolar. Pero es más importante todavía que les guste a ellos. No, que nos guste a nosotros. Y esto, es algo que como padres, se nos olvida. No lo lleves a un campamento de inglés si tiene atragantada la asignatura en el colegio. Lo vas a amargar, te va a odiar y no va a aprender absolutamente nada de inglés.
Entonces, extraescolares si, pero por favor, que sean divertidas. Algunas de las extraescolares que mejores resultados tienen en niños con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad son: tiro con arco, baile, esgrima, yoga, robótica, programación, fotografía, judo, mindfulness, ajedrez, etc.
Todas aquellas actividades que sean atrevidas, llamativas y alejadas del clásico fútbol les suelen interesar mucho.
Tampoco es cuestión de saturarlos con actividades todos los días, dejémoslos que respiren un poco. Nuestro hijo debe aprender a aburrirse y a no hacer nada. Deben aprender a gestionar esos tiempos muertos en los que no tienen ninguna actividad dirigida y papá y mamá no están pendientes de él.
Sobreprotección
En los últimos años los niveles de sobreprotección con nuestros hijos, han alcanzado niveles alarmantes. Tendemos a proteger a nuestros hijos en exceso y creemos que actuando así les beneficiamos. Y no.
Los niños deben sufrir de manera controlada, pero no descorazonada. Deben aprender a enojarse y a frustrarse. Si a tu hijo le roban la bicicleta a la puerta del colegio porque no la atado con el candado que le has dicho 1000 veces que debe utilizar; ¿Qué haces dos días después en Decathlon comprándole una nueva?
Debe aprender la lección. No te digo que lo castigues sin bicicleta durante un tiempo, no se trata de eso. Se trata de que aprenda a esperar, a cultivar su paciencia, a demorar la gratificación. Debe aprender a manejar esas emociones que le embargan por si mismo. Lo que llamamos autorregulación.
Convierte esta situación en una oportunidad para el aprendizaje. Puedes proponerle por ejemplo, comprarle una bicicleta nueva para su cumpleaños o para Navidad.
Por favor, no salgas corriendo en busca de lo que es más una forma de obtener admiración y cariño de segunda por parte de tu hijo. Como padre, es inmaduro y sobre todo egoísta, porque lo que buscas no es su bienestar, sino alimentar tu ego.
Tranquilo, eres un excelente padre, pero no por darle a tu hijo todo lo que quiere, sino por darle todo aquello que necesita, que no siempre es lo mismo.
No mezclar los diferentes ámbitos
Imagina tan solo por un momento que le has sido infiel a tu pareja. ¿Qué pensarías, si al día siguiente, al llegar al trabajo, tu jefe te comunicase que estas despedido por haber traicionado a tu mujer/marido? Seguramente pensarías que es injusto, surrealista y absurdo.
Pues esto es lo que muchos padres hacen con sus hijos: “Como has suspendido el examen de Biología, este fin de semana no te vienes a casa de los abuelos”
Los padres tendemos a endiosar el área académica de nuestros hijos. Lo primero es el colegio y luego ya viene el resto. De manera que si nuestro hijo cumple con nuestras expectativas académicas, tiene nuestro cariño.
En cambio, si los resultados no son los esperados, le retiramos nuestro afecto. Así puedes encontrarte con padres y madres de niños de 8 y 9 años que llevan 2 días sin hablarles. Y esto, sin lugar a dudas resulta completamente perverso.
Esta más que probado que el éxito académico no predice el éxito en la vida. El ámbito escolar no es tan importante como nos creemos los padres. En todos los niños, pero más si cabe en aquellos con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, se hace imprescindible dar prioridad a la parte emocional, social y familiar.
Las consecuencias de un mal comportamiento por parte de nuestro hijo, deben cumplirse en el contexto o ámbito en que dichos actos se llevaron a cabo. Si no, corremos el peligro de deteriorar la relación afectiva que tenemos con nuestros hijos por unos simples resultados académicos.
Aunque su rendimiento escolar no cumpla con nuestras expectativas, no podemos poner en duda su valía personal y afectiva. Si quieres que de mayor se tome la paella contigo el fin de semana, no sigas por ese camino.
Que tu hijo haya suspendido un examen o un trimestre entero, nunca será motivo suficiente para dejarlo sin regalos de Reyes o para que influya en tu afecto hacia él. El fracaso escolar no puede definir a tu hijo. Él, es algo más que unas notas.
Los padres tendemos a extrapolar lo escolar al resto de ámbitos. Luego pasa que estamos en el ratito de la cena o viendo la tele juntos o de camino al entrenamiento o compartiendo un rato en el parque y estamos todos mosqueados por lo que ha ocurrido relativo a lo escolar.
Muchas cenas familiares se convierten en el juicio del año, donde los padres se transforman en jueces, jurado y verdugos. Se sacan a airear todos los trapos sucios y miserias justo antes de irnos a la cama. ¿Te parece el mejor cierre que puede tener tu día y el de tus hijos?
Si quieres que tus hijos se encierren en sus cuartos a cenar como hoy hacen muchos de ellos, esta es la mejor forma de conseguirlo.
Y esto, no puede ser. Cuando cerramos la caja de lo académico, cerramos con llave y a otra cosa. Pero parece que a muchos padres les cuesta pasar página.
Estos comportamientos no solo afectan a niños con TDAH. De hecho estas normas convendría utilizarlas en todas las casas independientemente de si conviven o no niños con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad en ellas.
Sin embargo en el caso del TDAH, estos comportamientos errados por parte de los padres, poseen un mayor grado de gravedad y repercusión. Y es por eso, que creía importante tratarlos aquí.
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